miércoles, 9 de noviembre de 2011

Reportaje sobre santuario para perros.

Tras ser violado, lo amarraron a una motocicleta y lo arrastraron hasta que perdió el conocimiento. Su cuerpo fue abandonado al creerlo muerto, una familia se dio cuenta de que seguía vivo y le ofreció su ayuda. Después de meses de recuperación y terapia en Milagros Caninos logró rehabilitarse por completo y la familia que lo rescató decidió adoptar a Catsup, el cachorro víctima.

Milagros Caninos es un santuario para perros en situaciones extremas, es decir, actúa como un albergue pero atiende a perros que han sido mutilados, violados, quemados, torturados o enfermos de cáncer.

Patricia Ruiz, funda este albergue en 2004, al rescatar a Bobi, un cachorro de Beagle que tenía las orejas clavadas a un árbol. Lo liberó y lo llevó a su casa, a partir de entonces comenzó a ayudar a perros en este tipo de condiciones de crueldad.

Entre los 105 perros que habitan el albergue sobresalen los casos de desnutrición, maltrato, tortura o ceguera. Por ejemplo, Algodón era un perro de raza french puddle ciego, sordo, con tumores en la panza, enfermedad cardíaca e insuficiencia renal, se le encontró en una bolsa de plástico depositada en un contenedor de basura. Ha recibido el cuidado de los voluntarios y se recuperó para poder vivir años de salud y alegría hasta que murió por su edad.

El santuario se sustenta a partir de recursos propios de Patricia Ruiz, de los voluntarios o de las donaciones económicas o en especie que hay. El terreno que tiene fue donado por su padre, y era una amplia casa de campo ubicada en Xochimilco.

Actualmente hay un convenio con Grisi, dónde se pactó la donación de cierto porcentaje de sus ventas aunque existe el contrato desde hace un año, la compañía no lo ha cumplido. Paty Ruiz aún no sabe si tomará alguna acción legal por incumplimiento de contrato, ya que Grisi está haciendo uso del logotipo del albergue.

A propósito de las terapias, son dadas por el veterinario de planta y los tres que colaboran en el Servicio Social, los 60 voluntarios, dónde la más pequeña tiene 14 años y lleva dos años colaborando, y los grupos de niños de la calle o de capacidades diferentes que se acercan a participar.

Para apoyar a canes como Laurel a quien le amarraron dientes, lengua y mandíbula a la defensa de un coche lo que lo hizo perder parte de la quijada, hay un sistema de apadrinamiento. Dónde las personas aportan la cantidad que quieran y puedan de manera mensual, y se les envía por correo información de su ahijado.

Se hacen visitas especiales para los padrinos, se les hace saber sobre el buen o mal comportamiento de su protegido, su estado físico, mejoría, o las carencias que esté pasando.

Algunos habitantes de Milagros Caninos son candidatos de adopción, como Cajeta, un perro criollo de unos cuatro años de edad que superó el cáncer y fue adoptado por una familia en Tlaxcala, o Pikín, quién es un perro adulto ciego que también es parte ahora de una familia en el Distrito Federal.

Desafortunadamente las condiciones económicas del país han complicado mucho la labor de este santuario, dónde a pesar de recibir un gran apoyo de voluntarios y visitantes, y de haber tenido acercamientos mediáticos, no ha dejado de tener menesteres que han hecho que no pueda recibir a todos los perros que necesitan ayudan.

Se ha tenido que discernir y priorizar entre los perros que pueden ingresar y los que es necesario canalizarlos con otros activistas o albergues. El integrante más nuevo es Pay de Limón, vino directo desde Zacatecas mutilado de sus patas, ya que el grupo delictivo “Los Zetas” lo utilizaba para practicar el desmembramiento de dedos con él.

En México, las leyes de protección animal han resultado deficientes y trasgredidas. La tipificación del delito contra cualquier tipo de crueldad contra los animales es fácilmente evadida con el pago ilegal de una cuota que permita seguir violentando sus derechos. En muchos casos ni eso, la agresión es un acto impune que no recibe ningún tipo de sanción.

Paty Ruiz fue elegida para portar a antorcha olímpica en Londres junto a Ana de la Reguera, Alex Lora, José Hernández y Gerardo Torrado. Esto como reconocimiento público por su labor en la lucha por los derechos de los animales.

Quizá mientras existan personas dispuestas a ayudar a Lechuguita, una cachorra french puddle mini toy, violada golpeada y arrojada a una coladera con nueve fracturas, cuatro costillas, cadera, esternón, escápula, húmero y mandíbula, además de desnutrida; existirán santuarios como Milagros Caninos, un sitio dónde no es Dios el que hace los milagros.

Por Pamela García Maldonado

1 comentario:

Rodrigo Neria dijo...

Me gusta mucho el remate: Milagros Caninos, un sitio dónde no es Dios el que hace los milagros.