miércoles, 9 de noviembre de 2011

Segunda parte del reportaje: Vagoneros, subempleo bajo tierra

“La necesidad no te espera”

Son las nueve de la mañana y la primera parada es en la estación Candelaria. Ahí, en un mercado cercano, Jesús compra la mercancía para vender en los vagones. Es una transacción rápida: 100 pesos de inversión en juguete chino, específicamente pelotas de hule deformable, cada una para dar a 15 pesos.

Hace dos años ingresó como vagonero a la línea 1 del metro capitalino. Tomó la decisión de comerciar en el Sistema de Transporte Colectivo (STC), luego de ser despedido en la empresa de seguridad privada donde trabajaba por un sueldo de 600 pesos a la semana. “Necesitaba algo rápido por mi familia, las necesidades no te esperan. Antes de entrarle a esto pensé en poner un puesto en el tianguis, pero es difícil que te acepten. Casi todos los lugares se venden. Ya después me gustó la dinámica y aquí sigo”.

Una vez con la mercancía en mano, Jesús regresa al metro y se dirige a la estación Pantitlán, punto central para iniciar la rutina de trabajo. Las únicas pertenencias que lleva son una bolsa negra y un canguro amarrado a la cintura.

Ya en Pantitlán, se persigna y espera la llegada del tren con dirección a la estación observatorio. Después de la primera vuelta, las ganancias son pocas: apenas tres pelotas de 15 pesos; sin embargo, la actitud de Jesús es optimista: “así pasa, de repente llegan malas rachas, pero son pocas veces. La verdad casi siempre sale”.

En un día “bueno”, un vagonero gana entre 300 y 500 pesos, pues “siempre hay clientes, la gente compra en todo momento”, asegura Jesús, quien ha vendido de todo: discos de música, lámparas, plumas, revistas de entretenimiento, películas; prácticamente cualquier objeto que no rebase los 15 pesos de costo.

Al preguntarle sobre los programas de reubicación implementados por autoridades del Gobierno del Distrito Federal (GDF), Jesús asegura que no son negocio. “Si andas de informal, cada quien trabaja a su ritmo, aquí no hay horarios; tú sabes cuánto tiempo trabajas y si te conviene o no. En las cooperativas hay horarios de trabajo y las ganancias se reparten entre mucha gente”.

Datos vertidos por Milenio Diario aseguran que el 90 por ciento de los 310 locales asignados a vagoneros que decidieron incorporarse al comercio formal se hallan abandonados bajo el argumento de la disminución en las ganancias (Milenio Diario, marzo 2011).

Al regreso de la segunda vuelta bajamos en la estación Zaragoza, ahí una veintena de jóvenes (mujeres y hombres), algunos cargando bocinas en sus espaldas, se saludan e intercambian palabras sobre la mercancía y las ganancias del día. Todos son vagoneros. Jesús los saluda y me presenta como un amigo. Luego de sentarnos un momento, subimos de nuevo al gusano naranja para ver si mejora la suerte.

“Es fácil chisparte”

Nunca los vio llegar. Tras cerrarse las puertas del vagón, sintió dos manos apretándole los hombros. Lo habían cazado y ya no había como zafarse. Sus captores, dos policías del metro, lo llevaron de paseo: primero, hacia una lluvia de golpes y amenazas, y luego al "Torito", nombre que recibe,entre los que a menudo visitan sus celdas, el Centro de Sanciones Administrativas y de Integración Social.

A pesar de los golpes y las amenazas, Beto no se alejó los vagones. La línea 2 del metro es todavía su espacio de sustento, su “chamba”. Por las constantes detenciones asegura que le ha perdido el miedo a los policías que vigilan las instalaciones del metro. “Cuando empiezas te asustas, pero luego te das cuenta que es fácil chisparte. Con una multa de cincuenta pesos, 24 horas de arresto o un entre con los polis te libras”

De esta manera, aunque usuarios los tilden de “malvivientes y ociosos” por el escándalo de sus bocinas, su modo de hablar o de vestir, lo cierto es que para la Ley de Cultura Cívica del Distrito Federal no son delincuentes, sólo infractores menores. El documento oficial señala en el artículo 25, fracción III que “son infracciones contra la seguridad ciudadana (…) usar las áreas y vías públicas sin contar con la autorización que se requiera para ello“, lo que amerita únicamente un sanción de “multa por el equivalente de 11 a 20 días de salario mínimo o con arresto de 13 a 24 horas”.

De acuerdo con cifras del STC, de enero a septiembre del año en curso fueron detenidos y remitidos al juzgado cívico 38 mil personas por realizar la venta ilegal de productos dentro de las 175 estaciones del metro.

Así, debido a la facilidad con que se libran del problema, el ser detenido no es una traba real para quienes ven en los vagones del metro una manera de sustentar el día a día.

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